domingo, 1 de abril de 2012

¿La sombra del ciprés es alargada?

¿Qué futuro tiene una comunidad como Castilla y León? La consejera de Hacienda de la comunidad, Pilar del Olmo, nos dice que hemos "resistido mejor a la crisis que el resto". No dice que en época de bonanza nuestros indicadores económicos eran mediocres respecto de otras comunidades punteras. No debe venderse como estabilidad lo que realmente es inmovilismo. En un mundo competitivo en constante cambio, no hacer nada no equivale a quedarse como estás, equivale a salir perdiendo. Si mientras los demás avanzan, optas por vivir de las rentas, te estancas. Y no quiero para mi comunidad la tranquilidad de los cementerios, prefiero la vitalidad del emprendedor, del que arriesga. Me niego a pensar que estamos como sociedad fisiológicamente decrépitos, nuestro momento vital no tiene por qué ser irremediablemente el de la tercera edad.

Un dinamismo asentado sobre pilares económicos fuertes, no el falso espejismo en el que ha vivido el levante español la década anterior.

Pero, ¿cómo llenar de contenido a eso a lo que llamamos "pilares"?

Esos pilares deben fundamentarse en algo que está faltando a esta España y Europa en crisis: UN PROYECTO DE FUTURO.

Mientras que las economías emergentes tienen un programa claro para las próximas 2 décadas, el viejo continente bastante tiene con mantener el tipo, y no digamos ya nuestra vieja Castilla, que ni siquiera ha sabido recomponerse estructuralmente de la pérdida poblacional que sufrió su campo el siglo pasado. A pesar de ello, nuestro mapa municipal no ha variado, no se ha adaptado a la situación actual. Como el que se conforma con la lenta pero continuada decadencia, nuestros pueblos aspiran a tener una bonita residencia de ancianos que atender a nuestros mayores, que, si bien legítimo, no es suficiente. Los pequeños pueblos de Castilla y León no creen que puedan tener potencialidad de crecimiento. Si se fusionaran, fijarían población alrededor de pequeñas comarcas con recursos económicos similares capaces de potenciar esos sectores. Proyecto, en definitiva.

Esa falta de ambición, esa decrepitud congénita, tiene su espejo en la política regional. La mayor parte de los ciudadanos de Castilla y León desconocen quién es su presidente autonómico, a pesar de que ya le han dado unas cuantas mayorías absolutas, y mucho menos saben cuál es su programa de gobierno, qué medidas toma con el dinero que le damos para que lo gestione en interés común.

¿Cómo van pues a controlar la actividad de ese gobierno? Muy sencillo, no lo hacen. Los viejos partidos con presencia en Cortes tampoco se preocupan excesivamente de este detalle, bien sabemos que su mayor preocupación no es devolver el control de la política a los ciudadanos. La falta de proyecto político es coyuntural a toda la clase política tradicional de la comunidad, desde el gobierno a la oposición.

Es por tanto que en Castilla y León es más necesario si cabe la irrupción de una nueva fuerza política inconformista, que apriete las tuercas a los apoltronados de toda la vida y que, sobre todo, presente un proyecto político alternativo, integral, para Castilla y León.

El gran éxito de Unión, Progreso y Democracia a nivel nacional, fue que presentó un modelo alternativo a la ciudadanía, nos dijo que había otra forma de hacer política y de gestionar las administraciones.

Ese debe ser también el compromiso de UPyD en Castilla y León, basado en la regeneración del sistema político regional, sin parches, que sea capaz de sacarnos de esta alargada sombra de desidia.


martes, 22 de noviembre de 2011

3ª Vía en Europa

En Europa se debe construir una 3ª vía europeísta, liberal-progresista o social-liberal, distinta al conservadurismo, a la socialdemocracia al eurocomunismo y al liberalismo conservador. Hay hueco, hay fundamentos ideológicos, filosóficos y políticos. Y sería muy positivo para esta Europa en crisis. En Francia está Bayrou y Lepage, en Italia está di Pietro, en Reino Unido Nick Clegg, en Polonia Janusz Palikot, los hermanos Verhofstadt en Bélgica, los radicales daneses, los demócratas radicales (D66) holandeses, varios partidos de centro nórdicos... y en España UPyD. Las ideas están ahí, falta cohesionar el proyecto y presentar una alternativa sólida para Europa. Hay base ideológica, hay base filosófica, hay base política... y sobre todo, hay necesidad. Fernando Savater, Dirk Verhofstadt... no es casualidad que ambos pensadores estén involucrados en dos partidos políticos que defienden estos postulados. El liberalismo progresista del SXXI, social-liberal, tercerviísta (a lo Norberto Bobbio), europeísta, radicalmente demócrata (democracia participativa o deliberativa como diría Habermas, representativa de la sociedad en su parlamento también), basado en la ciudadanía... nos hace ver que UPyD no está ideológicamente solo en Europa, que hay proyectos basados en las mismas conclusiones y aspiraciones, lo que pasa que no somos capaces de construir una alternativa sólida a las dos corrientes ideológicas dominantes en Europa desde los años 50 del siglo pasado. Pero esas dos grandes ideologías, en las que se ha sustentado el bipartidismo europeo durante estas décadas, ya no da más de sí. Seguirán ocupando un papel importante en el panoráma político e ideológico europeo, pero no único. Europa necesita una tercera vía laica, progresista y federal.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Reformas del crédito económico... y político

Parece ser que Europa ha entrado en un círculo vicioso del que no puede escapar. Por un lado, la crisis de la deuda soberana en la Eurozona, parece recomendar fuertes ajustes (recortes) en los presupuestos de los Estados miembro; por otro, eso parece que nos conduciría a una segunda recesión porque la economía se volvería a contraer por falta de estímulos (el sector público acapara la mitad de las economías europeas).
¿Cómo se puede compaginar un ajuste serio de los presupuestos nacionales y al mismo tiempo no perjudicar a las partidas en inversión que ayudarían a dar un empujón a la economía?
Los azules nos dicen... bueno, no nos lo dicen, pero se sobreentiende que lo harían recortando en servicios sociales (incluidos los que en el fondo son inversiones, como la educación).
Los rojos... simplemente dicen que no hay que recortar en nada, que hay que gastar como hasta ahora (lo dicen a sabiendas que eso a día de hoy no es sostenible, es un mero brindis al sol).
¿Qué puede hacerse pues?
Pues lo que nadie se atreve a hacer, reformas de raíz. Europa... y España, deben repensarse de manera estructural.
Por un lado, la crisis de la deuda es una crisis de descrédito. Una crisis de desconfianza en Europa tal como está configurada en este momento. Nadie se cree que vayamos a ser capaces de resolver nuestros propios problemas, ya que nuestra estructura más básica no se sostiene.
En España padecemos de ese mismo problema. La crisis económica se ha visto agrandada por una crisis más profunda, la política. Nos falta eficiencia y eficacia, tanto en economía como en toma de decisiones políticas. España y Europa tienen una estructura mediocre, que se queda pequeña para un proyecto que en sus comienzos era ambicioso.
Usando razonamientos darwinianos, quien no es capaz de adaptarse, fracasa. No hacer no significa quedarse como estás, significa a la larga, fracasar.
Europa, y España deben tomar las riendas del que un día fue su proyecto. Un proyecto para el SXXI, un proyecto de ciudadanos libres e iguales. Un proyecto progresista, en el que hay que cambiar las anticuadas estructuras mastodónticas hacia modelos sostenibles. Quizá de ese modo, se podría derrochar menos, gastar menos; pero sin tocar las inversiones productivas ni la sanidad y la educación. Va a haber muchas reticencias, pues los conservadores (PP o PSOE, PSOE o PP, Sagasta o Cánovas, Cánovas o Sagasta) se mueven como pez en el agua en el sistema actual, y no están siendo capaces de tener altura de miras hacia un reformismo valiente. Lo mismo se puede decir de sus respectivos colegas europeos.
La crisis económica y su solución tienen obligatoriamente que venir de la mano de la solución de la crisis política en el viejo continente y también en España. Se necesitan nuevas formas para este SXXI. se necesita que los ciudadanos tomen las riendas de la situación, que se impliquen, y que la estructura política, la economía... esté al servicio de sus intereses, del de los ciudadanos, del de todos ellos. Los ciudadanos se tienen que comprometer, tienen que forzar al stablishment político a que hagan las reformas necesarias, para el bienestar de todos. Reformas. Progreso.

jueves, 3 de noviembre de 2011

De mis motivaciones políticas

Cualquiera que me conozca mínimamente, sabe que tengo inquietudes políticas. A pesar de ello, nunca había estado tan involucrado con un proyecto político determinado como lo estoy ahora. Las personas, yo incluida, evolucionan ideológicamente, pero parece que siempre queda algo, un rescoldo de continuidad en esa evolución.
Ese núcleo duro de convicciones o principios se resumiría en mi caso en la creencia en la dignidad de la persona, basada en los principios de igualdad y libertad. Estos dos conceptos han sido manejados por la teoría política desde hace tiempo, dándoles en cada caso uno u otro valor.
Desde mi punto de vista, la igualdad se debe entender como igual libertad. Dicho de otro modo, todos debemos ser igualmente libres a la hora de desarrollarnos como personas, sin discriminación por motivo de ningún tipo ni impedimentos materiales a ese desarrollo.
LLevado a la teoría política, la dignidad de la persona de la que hablé la traduzco en ciudadanía y derechos fundamentales. El ciudadano es el calificativo de la persona en sociedad.
En una sociedad democrática, las personas son dotadas de derechos ciudadanos precisamente para poder desarrollar esa libertad en igualdad.
¿Qué partido defiende en España estos postulados ideológicos? Yo creo que UPyD. Este partido recoge en su ADN las propuestas más progresistas en el sentido de estos aspectos que a mí tanto me preocupan: La igualdad y la libertad. La de todos los ciudadanos, las de las personas con derechos por vivir en democracia.
Estas son mis motivaciones políticas, las que me llevaron a afiliarme a UPyD.