miércoles, 16 de noviembre de 2011

Reformas del crédito económico... y político

Parece ser que Europa ha entrado en un círculo vicioso del que no puede escapar. Por un lado, la crisis de la deuda soberana en la Eurozona, parece recomendar fuertes ajustes (recortes) en los presupuestos de los Estados miembro; por otro, eso parece que nos conduciría a una segunda recesión porque la economía se volvería a contraer por falta de estímulos (el sector público acapara la mitad de las economías europeas).
¿Cómo se puede compaginar un ajuste serio de los presupuestos nacionales y al mismo tiempo no perjudicar a las partidas en inversión que ayudarían a dar un empujón a la economía?
Los azules nos dicen... bueno, no nos lo dicen, pero se sobreentiende que lo harían recortando en servicios sociales (incluidos los que en el fondo son inversiones, como la educación).
Los rojos... simplemente dicen que no hay que recortar en nada, que hay que gastar como hasta ahora (lo dicen a sabiendas que eso a día de hoy no es sostenible, es un mero brindis al sol).
¿Qué puede hacerse pues?
Pues lo que nadie se atreve a hacer, reformas de raíz. Europa... y España, deben repensarse de manera estructural.
Por un lado, la crisis de la deuda es una crisis de descrédito. Una crisis de desconfianza en Europa tal como está configurada en este momento. Nadie se cree que vayamos a ser capaces de resolver nuestros propios problemas, ya que nuestra estructura más básica no se sostiene.
En España padecemos de ese mismo problema. La crisis económica se ha visto agrandada por una crisis más profunda, la política. Nos falta eficiencia y eficacia, tanto en economía como en toma de decisiones políticas. España y Europa tienen una estructura mediocre, que se queda pequeña para un proyecto que en sus comienzos era ambicioso.
Usando razonamientos darwinianos, quien no es capaz de adaptarse, fracasa. No hacer no significa quedarse como estás, significa a la larga, fracasar.
Europa, y España deben tomar las riendas del que un día fue su proyecto. Un proyecto para el SXXI, un proyecto de ciudadanos libres e iguales. Un proyecto progresista, en el que hay que cambiar las anticuadas estructuras mastodónticas hacia modelos sostenibles. Quizá de ese modo, se podría derrochar menos, gastar menos; pero sin tocar las inversiones productivas ni la sanidad y la educación. Va a haber muchas reticencias, pues los conservadores (PP o PSOE, PSOE o PP, Sagasta o Cánovas, Cánovas o Sagasta) se mueven como pez en el agua en el sistema actual, y no están siendo capaces de tener altura de miras hacia un reformismo valiente. Lo mismo se puede decir de sus respectivos colegas europeos.
La crisis económica y su solución tienen obligatoriamente que venir de la mano de la solución de la crisis política en el viejo continente y también en España. Se necesitan nuevas formas para este SXXI. se necesita que los ciudadanos tomen las riendas de la situación, que se impliquen, y que la estructura política, la economía... esté al servicio de sus intereses, del de los ciudadanos, del de todos ellos. Los ciudadanos se tienen que comprometer, tienen que forzar al stablishment político a que hagan las reformas necesarias, para el bienestar de todos. Reformas. Progreso.

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